Cómo realizar un manejo sustentable del riego
Tener en cuenta la zona geográfica en que se trabaja, utilizar riego tecnificado e irrigar la zona de las raíces de las plantas son algunos de los manejos para hacer un uso más eficiente del agua.
La creciente disminución de la disponibilidad de agua dulce está empujando, a nivel global, la necesidad de hacer un uso más eficiente del recurso hídrico. Y ahí el agro chileno tiene un gran espacio de mejora, ya que su eficiencia, en promedio, está en torno a solo un 50%.
Para ello existen diversas técnicas que buscan precisamente ajustar el agua aportada para que la planta siga siendo productiva y entregando cosechas de calidad. A continuación algunas de las técnicas que permitirán avanzar en este objetivo.
Distribución de las raíces
Uno de los manejos claves para aumentar la eficiencia del riego es que el agua vaya en cantidad y de forma adecuada, directamente a la zona de raíces, lo que disminuiría las pérdidas por percolación profunda, la necesidad de utilizar más agua de la necesaria y la evaporación del recurso en superficie.
Esto se debe a que tanto un huerto frutal como de hortalizas, necesitan captar agua desde el suelo para transpirar y de ese modo refrigerar las hojas expuestas al ambiente y liberar grandes cantidades de vapor de agua mediante la transpiración, precisa Jaime Salvo Del Pedregal, investigador del INIA La Cruz.
Para ello, es fundamental conocer la profundidad y ubicación en la que se encuentran dichas raíces, factor que variará dependiendo del tipo de suelo, el tipo de riego y si es un cultivo frutícola o extensivo.
“El área de absorción de las raíces se encuentra, por lo general, en los primeros 60 cm de profundidad del suelo en frutales, mientras en cultivos anuales o extensivos las raíces están en los primeros 40 cm de profundidad”, afirma Jaime Otárola, investigador del INIA Rayentué.
También hay que considerar la distribución de tales raíces, la que dependerá de si el cultivo se desarrolla en la macrozona norte, central o sur del país.
“Las raíces de los cultivos de la zona norte, debido a la ausencia de lluvias, se concentran solo en los sectores del bulbo que se humedecen. En la zona central, estas se extienden mucho más por las lluvias, mientras que en la zona sur, estas se extienden aún más y en sectores más superficiales, por ello el manejo del agua es diferente en cada zona”, asegura Eduardo Holzapfel, docente de ingeniería civil agrícola de la Universidad de Concepción e investigador del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería (CRHIAM).
Tanto Otárola como Holzapfel plantean que para identificar la presencia de raicillas —y con ello la zona de absorción de agua de la planta— la mejor forma es realizar calicatas de forma periódica, lo que permitirá encontrar, con gran precisión, los lugares donde están emplazadas las zonas radiculares de la planta y de este modo definir la densidad y dónde instalar los emisores de riego, ya sean aspersores, goteros —superficiales o enterrados— o mangueras del sistema de riego.
“Si el agua aportada por el riego es entregada en una zona donde no existen raíces, se considera una ineficiencia del riego ya que esta no será absorbida por el cultivo. Esto será más dramático en las zonas con menor disponibilidad hídrica, como es el norte del país”, advierten Claudio Balbontín y Francisco Meza, investigadores del INIA Intihuasi.
Escogiendo el sistema de riego adecuado
Dentro de las alternativas de sistema de riego tecnificado, se encuentran el riego por goteo (enterrado o superficial), por surco tecnificado automatizado mediante tuberías de baja presión, sistema de aducción californiano móvil, con manejo de riego mediante pulsos, junto con la microaspersión o microjet, entre otros.
En este sentido, Pablo García-Chevesich, hidrólogo y académico de la Universidad de Arizona, plantea que para realizar un riego sustentable es clave trabajar con sistemas tecnificados como los nombrados anteriormente y que, diseñados, instalados y utilizados apropiadamente, pueden tener una eficiencia máxima del 80%, y las pérdidas de agua por evaporación se reducen a cerca de un 20%.
Pero para cumplir con este objetivo es esencial escoger el sistema que se adapte mejor a las necesidades del campo. Para ello, es necesario conocer tres factores: el tipo de suelo donde están emplazados los cultivos, la capacidad de arraigamiento (profundidad y extensión a la que pueden crecer las raíces en el terreno) y de las condiciones climáticas del sector.
Para obtener el primer factor, es necesario realizar un análisis físico y químico del suelo, el que puede ser ejecutado en laboratorios y centros de investigación como el INIA, la Universidad Austral, la Universidad de la Frontera, Universidad de Concepción, Hidrolab, entre otros. El segundo factor se obtendrá mediante calicatas o sondas de humedad y el tercer factor es posible obtenerlo conociendo el comportamiento climático del lugar a través de la información disponible en Agromet o Agroclima.
Tras obtener los resultados, se sugiere acceder acceder a un asesor que sea capaz de determinar el mejor sistema de riego particular para cada realidad, campo y cultivo.
Alternativas más eficientes
Sin perjuicio de lo anterior, existen consejos generales que pueden ser útiles al momento de escoger un sistema de riego por sobre otro.
Según Otárola, el sistema de riego por goteo se adapta mucho mejor a suelos más pesados —como los arcillosos— y sobre todo si se trabaja en especies frutales y extensivas donde las raíces estén más cerca de la superficie y rinde bien en prácticamente cualquier clima.
La recomendación general, sostiene Rafael López, investigador del INIA Carillanca, apunta a instalar entre 1 a 2 líneas de goteros para hacer más eficiente la entrega de agua, aunque esto podría variar entre cultivos y tipos de suelo, entendiendo que las necesidades hídricas de, por ejemplo, la cereza en la zona central, serán diferentes a los de un manzano en la zona sur.
Por otra parte, los sistemas de microaspersión y microjet, por otra parte, presentan una mejor adaptación a suelos de estructura gruesa o franco arenosa, sobre todo en cultivos que tengan una mayor tolerancia al déficit hídrico y donde el clima sea húmedo porque en sectores más calurosos se pierde eficiencia debido a la alta evaporación que genera la temperatura ambiental ya que la parte superficial del bulbo mojado es más amplia.
En el caso del riego por surco, que si bien no es tecnificado todavía suele ser utilizado, presenta una baja eficiencia, cercana al 40% o 50%. Sin embargo, Holzapfel apunta a que los sistemas de riego por surco automatizados o con sistemas de aducción tienen eficiencias altas —hasta un 80%—, muy similar al goteo cuya eficiencia puede llegar hasta el 85% a 90% o la microaspersión, que registra una eficiencia del 70% a 75%.
“En las condiciones de baja disponibilidad de agua de riego, como las de la presente temporada, no es recomendable regar por este método. Si no hay alternativa, se debe contar con una buena nivelación tanto en cabecera, como a lo largo del surco”, advierte la experta Sofía Felmer, investigadora del INIA Rayentué.
Otra alternativa es el riego por goteo enterrado o subterráneo —que es entre 30% y 40% más caro que el superficial—, donde los goteros están enterrados a una profundidad que varía entre 5 y 30 centímetros, dependiendo del cultivo.
“Este sistema, que no genera pérdidas por evaporación, escurrimiento superficial o lixiviación, puede alcanzar una eficiencia en el uso del agua cercana al 95% en comparación al 65% que logra el riego por goteo superficial”, asegura Andrés Boisier, gerente técnico de Netafim.
Los sistemas de aspersión mecanizados (pivotes frontales o centrales y por carrete), sistemas de cobertura total y las mangas plásticas mejoradas, también son una alternativa para los cultivos extensivos.
“Para las praderas cuya superficie sea menor a 5 hectáreas, la mejor opción es el riego por aspersión no mecanizado, pero existen opciones más económicas como las mangas plásticas mejoradas”, acota Rafael López.
Cuándo y cuánto regar
Otro aspecto clave para la eficiencia del riego es el momento en que se aplica el riego, ya que para esto existen una serie de herramientas tecnológicas que facilitan conocer distintos parámetros que ayudarán a alcanzar una alta eficiencia.
Por ejemplo, para conocer los momentos cuando es más óptimo ejecutar el riego, los expertos estiman que lo mejor es contar con sensores de humedad de suelo que sean capaces de determinar el contenido volumétrico del agua en el terreno a diferentes profundidades y en forma continua.
Una alternativa son las sondas FDR, las que permiten al usuario determinar el nivel de penetración que tiene el agua en el suelo, facilitando la toma de decisiones del manejo del riego.
“Los sensores emiten información, la que es almacenada en un gateway y enviada a través de internet a un celular o computador. Desde allí, puede ser descargada y analizada mediante un software que permite ver gráficos de cómo se comporta la humedad, gestionar dicha humedad o hacer comparaciones entre temporadas”, explica Juan Pablo Toro, gerente de administración de la Consultora Diestre Tecnología (CDTEC).
Toro asegura que estas herramientas son menos invasivas que las calicatas, debido a que pueden mantenerse instaladas sin interrumpir el desarrollo de un huerto ni las labores asociadas a él, como la siembra o la cosecha.
Otra alternativa es incorporar software de control a distancia que permita programar y automatizar el riego de un campo a partir de condiciones preestablecidas por el usuario, haciendo más eficiente la realización de esta tarea, como Agua Control.
Este programa trabaja con diversos sensores de humedad, ubicados en puntos determinados del suelo, realizando mediciones que se envían a una plataforma de control que determina si se debe regar.
“Si se instalan en la plataforma todos los sistemas mencionados anteriormente, se puede ahorrar hasta un 30% de agua, pero lo más importante es que permitirá regar bien”, asegura León Cosmelli, gerente general de Agua Control.
El ejecutivo destaca que la elección de las áreas o sistemas que se agreguen a la plataforma de control dependerá de los objetivos del productor.
“Puede activar el riego cuando la humedad de suelo baje de cierto rango o la temperatura supere cierta cantidad de grados; o, por el contrario, puede cancelarlo cuando el nivel de humedad en el suelo sea muy alto”, explica.
Otra alternativa son las tecnologías DropControl y controladores NTC, según Juan José Hermosilla, gerente general de Riego Agrícola, empresa que comercializa soluciones para riego.
“La combinación de ambas herramientas facilita la creación de una adecuada proyección hídrica, por lo que con el tiempo será posible saber cuánta agua necesitan y consumen los cultivos en una zona determinada, entendiendo que habrá zonas donde las plantas consumirán más o menos agua”, explica.
DropControl corresponde a un lector que permite determinar con un alto grado de precisión la cantidad de agua efectiva que se está regando en un espacio determinado del campo, lo que ayuda realizar un riego más homogéneo y a hacer un seguimiento zonal al dividir el campo en cuarteles.
Esta herramienta también cuenta con un sistema de notificación que alerta al usuario cada vez que exista algún problema como que la cantidad de agua entregada por el sistema de riego no cumpla con la programación efectuada.
Los controladores NTC, por su parte, permiten automatizar el riego y la fertirrigación de forma remota y trazable por cada cuartel. Así, el productor podrá conocer el lugar específico, la cantidad y periodicidad en la que se han aplicado los nutrientes a los cultivos.
Toda la información recabada por DropControl y los Controladores NTC es enviada a una nube, desde donde el usuario podrá descargarla y visualizarla en su celular o computador.
Fuente: Campo – El Mercurio